La revelación de Jesucristo - Apocalipsis 1:1-3
(Ap 1:1-3) "La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto. Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca."
Introducción
En estos primeros versículos encontramos el título, los autores del libro, los destinatarios, un resumen de su contenido, su propósito y la bendición que viene como consecuencia de su meditación y aplicación.
Titulo
(Ap 1:1) "La revelación de Jesucristo"
Probablemente esta primera frase cumple la función de título de la obra, pero no por ello debemos pasarla por alto, puesto que nos proporciona información muy importante sobre lo que más adelante vamos a encontrar en este libro.
La primera palabra, "apokalypsis", traducida como "la revelación", significa quitar el velo de algo que permanece oculto para que se pueda ver. Como ya sabemos, el hombre es incapaz de penetrar en el secreto de las realidades espirituales y eternas que se esconden más allá de sus sentidos, y esto seguiría siendo así si Dios no hubiera tomado la iniciativa de dárnoslas a conocer. Y el libro de Apocalipsis es una parte de esa revelación escrita que nos permite conocer aquellas cosas sobre el futuro de la historia de la humanidad que de otro modo desconoceríamos por completo. Por lo tanto, nos encontramos ante un libro que no es fruto de la sabiduría humana, sino de la inspiración divina.
En cuanto a la expresión "de Jesucristo", puede ser interpretado de dos formas diferentes.
- Puede referirse al hecho de que esta revelación proviene de Jesucristo. Con esto coincidiría la afirmación que encontramos al final del libro:
(Ap 22:16) "Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias"
- Pero también puede entenderse que Jesucristo es el contenido de esta revelación. Esto vendría confirmado por el hecho de que la primera visión que se nos concede en Apocalipsis tiene que ver con el Señor Jesucristo tal como está ahora en su gloria (Ap 1:13-20).
En este punto debemos hacer una observación muy importante. Muchos vienen a Apocalipsis por la curiosidad que les invade por saber qué es lo que ocurrirá en el futuro. Y es cierto que al estudiar este libro encontraremos muchas profecías sobre los eventos del porvenir, pero esto no nos debe hacer perder de vista que su propósito fundamental es darnos a conocer a Jesucristo en la manifestación de su gloria. Jesucristo es el centro de toda la Escritura, y si quitamos nuestra mirada de él, estaremos perdiendo la perspectiva correcta para entender adecuadamente este libro. Al fin y al cabo, lo que la iglesia necesita hoy más que nunca, es una visión renovada de la gloria de Jesucristo. Por lo tanto, debemos limitar nuestra curiosidad y avivar nuestro amor por el Señor. ¡Tan grande y glorioso como es Cristo! ¡Qué Dios nos ayude a olvidarnos de nosotros mismos para ser enriquecidos por él!
Autoría
(Ap 1:1) "Que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan"
1. El autor del libro de Apocalipsis es Dios
Acabamos de considerar que esta revelación proviene de Jesucristo, pero ahora se añade que él la recibió de Dios: "que Dios le dio". Por lo tanto, Dios el Padre es, en última instancia, el responsable de la revelación que Jesucristo ha de entregar a su ángel para que éste, a su vez, la entregue a su siervo Juan.
El hecho de que el Padre había dado esta revelación al Hijo para que la comunicara a los hombres es algo que el mismo Señor Jesucristo había enfatizado en repetidas ocasiones durante su ministerio terrenal:
(Jn 7:16) "Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió."
(Jn 8:28) "Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo."
Esto no quiere decir que el Hijo sea inferior al Padre. Como él mismo dijo, "todo lo que tiene el Padre es mío" (Jn 16:15). Sin embargo, durante su misión en la tierra, él tomó la posición de siervo, obediente en todo al Padre que le había enviado (Fil 2:5-8). De este modo consiguió nuestra salvación muriendo por nosotros en la Cruz, y con su vida nos dejó un ejemplo perfecto de lo que significa ser un hombre conforme al corazón de Dios.
2. El mediador de esta revelación fue "su ángel"
Dios no dio esta revelación directamente a Juan, sino que la envió y "la declaró enviándola por medio de su ángel". Este es un hecho que se repite en otras ocasiones en Apocalipsis (Ap 22:6,16), y tampoco es el único libro en el que los ángeles participan en transmitir la verdad revelada de Dios. Recordamos que también Moisés recibió la ley por medio de ángeles (Hch 7:53) (He 2:2).
El papel de los ángeles en el libro de Apocalipsis es muy prominente, ya que no sólo entregan la revelación, sino que también ayudan a Juan a entenderla (Ap 17:1,7,15), y en otras ocasiones ellos mismos ejecutan los juicios de Dios sobre este mundo (Ap 7:2) (Ap 8:5).
3. El escritor de esta revelación fue "su siervo Juan"
El primer hombre que recibió esta revelación fue Juan, que como veremos más adelante, se encontraba en la isla de Patmos (Ap 1:9). Él fue el encargado de ponerla por escrito, de tal manera que debe ser considerado como el autor humano del libro de Apocalipsis. Este hecho es confirmado también por varios escritores cristianos de los primeros siglos.
No obstante, es curioso que en Apocalipsis Juan se refiere a sí mismo por su nombre, algo que no hace en el Evangelio ni en las tres epístolas que también escribió. En cualquier caso, se refiere a sí mismo como "Juan", y se describe como "siervo". No hace mención de que era un apóstol de Jesucristo, porque sin duda sus destinatarios lo conocían bien.
Por otro lado, es importante notar que Juan era una persona idónea para escribir este libro, puesto que él había sido un testigo directo de todo el ministerio público de nuestro Señor Jesucristo, era uno de sus doce apóstoles y además era bien conocido en las iglesias de la época. Miremos lo que él mismo dice al comenzar su primera carta:
(1 Jn 1:1-4) "Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido."
La sencillez y humildad de Juan al hacer referencia a sí mismo son significativas, sobre todo si recordamos que tanto él como su hermano Jacobo habían pedido al Señor el privilegio de sentarse a su derecha y a su izquierda en el reino de los cielos. Ellos, al igual que el resto de los apóstoles, ambicionaban ocupar los primeros puestos, pero el Señor les enseñó una importante lección:
(Mr 10:42-44) "Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos."
Ahora vemos que Juan había llegado a considerar como un alto honor ser un siervo de Dios y de los hombres.
Los destinatarios
El texto nos dice que esta revelación fue dada "para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto", de donde deducimos que los destinatarios de este libro eran "sus siervos".
Ahora bien, ¿quiénes son estos "siervos" a los que se dirige esta profecía? Seguramente debemos pensar que tiene que ver con todo aquel que lee u oye y guarda estas cosas, tal como aclara el versículo 3:
(Ap 1:3) "Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca."
Sin duda, esta es una forma de referirse a los creyentes. Ellos son los que sirven a Dios de acuerdo a lo que él mismo ha revelado de su persona y voluntad. De hecho, es frecuente que el libro de Apocalipsis se refiera a los creyentes como los siervos de Dios: (Ap 2:20) (Ap 6:11) (Ap 7:3). Y sabemos por otras partes de las Escrituras que Dios se complace en revelar sus planes a sus siervos: (Gn 18:17-18) (Am 3:7) (Jn 15:15).
Por otro lado, un poco más adelante, veremos que Juan escribió a las siete iglesias en Asía, quienes seguramente fueron los primeros receptores de Apocalipsis (Ap 1:4).
El contenido
(Ap 1:2) "Que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto"
El contenido de la revelación de la que Juan va a dar testimonio es el siguiente:
- La Palabra de Dios.
- Y el testimonio de Jesucristo, de todas las cosas que vio.