Sal.
23:1 Salmo de David. Jehová es mi pastor; nada me faltará.
Muchas veces leemos a la ligera la
palabra de Dios y no le sacamos el extracto que Dios mismo quiere que le
saquemos. El propósito de Dios con su palabra no es que la leamos, es que
entendamos el mensaje que El quiere transmitirnos atreves de ella. Este salmo
mucha gente se lo conoce de memoria, pero de nada le sirve i no lo saben
interpretar en sus vidas. Este primer versículo de este salmo tiene mucho que
darnos si lo interpretamos de la forma adecuada con el consentimiento del
Espíritu Santo.
Aquí vemos uno de los nombres de
Dios; Jehová Jireh; nuestro Proveedor. Nos promete que a Su cuidado no
tendremos necesidad de nana en lo absoluto. Esto cubre todas las áreas, todas
las bases. La raíz hebrea de la palabra “faltara” es esta kjasér-raíz primaria;
faltar, carecer; por implicación fracasar, querer, aminorar:-carecer, decrecer,
defraudar, disminuir, falta, ar- menguar, necesidad.
En una ocasión Pedro le dijo a Jesús;
Mat. 19:27 Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos
dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos? Le quiso decir: ¿Qué
garantía o que provecho tengo yo en seguirte? Se le olvido que aquella persona
con el cual estaba hablando es el Jehová Jireh. Jesús rápidamente le contesto
esa interrogante. Matt 19:28 Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la
regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria,
vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para
juzgar a las doce tribus de Israel. Matt 19:29 Y cualquiera que haya dejado
casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras,
por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.
Aquí esta el “nada me faltara”. No
nos faltara salud, no nos faltara sustento, ropa, comida, no nos faltara dinero
para pagar las deudas, un hombro donde recostar nuestra cabeza, etc. Y no solo
eso, sino que nos da suficiente para compartirlo con el que lo necesita. Para
testimonio a muchos. Hasta ahora puedo decir con seguridad, que Dios ha
cumplido con nuestro hogar todo lo que prometió y seguirá cumpliendo lo que nos
falte. No nos hemos ido a la cama sin tener el estomago confortable. No tenemos
riquezas, pero si lo necesario para vivir. No me puedo quejar de mi Dios. Si lo
hiciera, seria un malagradecido. El nos ha dado el pan diario, ha suplido y nos
ha prosperado. Aunque no con riquezas sino con su bendición diaria.
El salmista decía: Ps 37:25 Joven fui, y he envejecido, Y no he
visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan. La palabra clave
de este verso es “justo”. Si de algo tienes necesidad y eres cristiano hazte
esta pregunta y contéstatela fielmente a ti mismo. ¿Soy yo justo en todo lo que
hago? ¿Es mi caminar en Cristo, fiel? ¿Estoy agradando a Dios con mi
testimonio? Si tu respuesta es “no” entonces no eres una persona justa y por
eso tienes necesidades. No podemos culpar a Dios por nuestras infidelidades.
¡Él es fiel, siempre!