Cristo Como Rey (Los Oficios De Cristo)
Los
Oficios De Cristo
En el Antiguo Testamento el rey tenía la autoridad
de gobernar sobre la nación de Israel. En el Nuevo Testamento, Jesús nació para
ser rey de los judíos (Mt 2:2), pero rehusó los intentos de las personas para
hacerle rey terrenal con poder terrenal militar y político Jn6:15).Jesús
respondió a Pilato: «Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, mis propios
guardias pelearían para impedir que los judíos me arrestaran. Pero mi reino no
es de este mundo» Jn 18:36). Sin embargo, Jesús tiene un reino cuya llegada él
anunció en su predicación (Mt 4: 17,23; 12:28, et al). Él es en realidad el
verdadero rey del nuevo pueblo de Dios. Por eso no quiso reprender a sus
discípulos cuando le aclamaban en su entrada triunfal a Jerusalén: «¡Bendito el
Rey que viene en el nombre del Señor!» (Lc 19:38; cf. vv. 39-40; también
Mt.21:5; Jn 1:49; Hch 17:7).
El concepto de rey incluye una amplia esfera de
prerrogativas. Un rey en Israel tenía poderes legislativos, ejecutivos,
judiciales, económicos, y militares. El concepto de Cristo como Rey puede
contemplarse alrededor de cinco palabras: prometido, predicho, propuesto,
rechazado, y realizado. El pacto misericordioso de Dios con David prometía que
el derecho de reinar siempre permanecería en la dinastía de David. No prometía
el reinar sin interrupción, porque, de hecho, el cautiverio babilónico lo
interrumpió (2 Samuel 7:12–16). Isaías profetizó que un Niño que iba a nacer
establecería y reinaría sobre el trono de David (Isaías 9:7).
Gabriel le anunció a María que su Bebé iba a tener
el trono de David y reinaría sobre la casa de Jacob (Lucas 1:32– 33). A través
de Su ministerio terrenal el reinado davídico de Jesús fue propuesto a Israel
(Mateo 2:2; Juan 12:13), pero El fue rechazado.
Los gadarenos desecharon Sus asunciones (Mateo
8:34). Los escribas rechazaron Su atribución de poder perdonar los pecados
(9:3).
Muchas personas en varias ciudades rechazaron Sus
credenciales (11:20–30; 13:53–58).
Los fariseos lo rechazaron (12; 15:1–20; 22:15–23).
Herodes, Poncio Pilato, gentiles y judíos, todos lo rechazaron decididamente en
la crucifixión (Juan 1:11; Hechos 4:27).
Por haber sido el Rey rechazado, el reino
mesiánico, davídico (desde un punto de vista humano) fue aplazado.
Después de su resurrección, Jesús recibió del Padre
mucha más autoridad sobre la iglesia y el universo. Dios lo resucitó de entre
los muertos y «lo sentó a su derecha en las regiones celestiales, muy por
encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro
nombre que se invoque, no sólo en este mundo sino también en el venidero. Dios
sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la
iglesia» (Ef.1:20-22; Mt 28:18; 1 Co 15:25).
Aunque El nunca cesa de ser Rey y, por supuesto, es
Rey hoy como siempre, Cristo nunca se designa como Rey de la iglesia (Hechos
17:7 y 1 Timoteo 1:17 no son excepciones, y en Apocalipsis 15:3, “Rey de los
santos” en la versión Reina-Valera, es “Rey de las naciones” en los textos críticos
y de la mayoría). Aunque Cristo es Rey hoy en día, El no gobierna como Rey.
Esa autoridad sobre la iglesia y sobre el universo
quedará completamente reconocida por las personas cuando Jesús regrese a
la tierra en poder y gran gloria para reinar (Mt 26:64; 2 Ts 1:7-10; Ap
19:11-16).
En aquel día será reconocido como «Rey de reyes y
Señor de señores» (Ap 19:16) y toda rodilla se doblará ante él (Fil2:1O).
Esto se espera en Su segunda venida. Entonces se
realizará el reino davídico (Mateo 25:31; Apocalipsis 19:15; 20). Entonces el
Sacerdote se sentará en Su trono, trayendo a esta tierra la tan esperada Edad
de Oro (Salmo 110).
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